LA INFLACIÓN Y EL PRESUPUESTO DE CAPITAL

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En general, una economía inflacionaria distorsiona las decisiones sobre el presupuesto de capital. En primer término, los cargos por depreciación se basan en los costos originales en lugar de los costos de reemplazo. Al crecer el ingreso con la inflación, se imponen impuestos en una proporción mayor, con el resultado de que los flujos de efectivo reales no mantienen su paso con la inflación. Veamos una propuesta de inversión que cuesta $24 000, en el supuesto de que no se espera ninguna inflación, que la depreciación es en línea recta durante 4 años y que la tasa de impuestos es 40%. Se espera que ocurran los siguientes flujos de efectivo.



La depreciación se deduce de los ahorros en efectivo para obtener el impuesto gravable, sobre el que se basan los impuestos de 40%. Sin inflación, los cargos por depreciación representan el "costo" de reemplazar la inversión a medida que se desgasta. Puesto que el ingreso nominal sobre el cual se pagan impuestos representa el ingreso real, la última columna representa los flujos de efectivo reales después de impuestos. La tasa interna de rendimiento que iguala el valor presente de los ingresos de efectivo con el costo del proyecto es 14.96%. Veamos ahora una situación en la cual la inflación está a razón de 7% al año y se espera que los ahorros en efectivo crezcan a esa tasa global de inflación. Los flujos de efectivo después de impuestos se convierten en



Aunque estos flujos de efectivo son mayores que antes, se les debe desinflar por la tasa de inflación si uno está preocupado con la tasa de rendimiento real en oposición con la tasa nominal. Por tanto, la última columna se convierte en:


Como vemos, los flujos de efectivo real después de impuestos son menores que antes y disminuyen con el tiempo. La razón es que los cargos por depreciación no cambian de acuerdo con la inflación, de manera que una parte creciente de los ahorros en impuestos queda sujeta a los gravámenes. A medida que los impuestos se incrementan en una tasa más rápida que la inflación, deben declinar los flujos de efectivo reales después de impuestos. La tasa interna de rendimiento con base en los flujos de efectivo reales después de impuestos es de 12.91 %, en comparación con 14.96% sin inflación.

Por tanto, la presencia de la inflación resulta en tasas reales de rendimiento más bajas y menos incentivos para que las organizaciones realicen inversiones de capital. La situación de flujos de efectivo mejora con una depreciación acelerada, pero siguen las mismas comparaciones desfavorables. Simplemente existe un desincentivo para que las organizaciones realicen gastos de capital, de manera que suelen invertir menos, buscan inversiones con una recuperación más rápida (vida económica más corta) y se vuelven menos intensivas en capital durante periodos de inflación.


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