Al efectuar una inversión se espera obtener un rendimiento determinado. Una empresa o una persona que mantienen efectivo tienen un costo de oportunidad: esos recursos podrían estar invertidos de alguna forma y estarían generando algún beneficio, independientemente de que la inflación merma el poder adquisitivo de ese dinero.
Es muy importante diferenciar entre dos conceptos relacionados con el rendimiento. Por una parte el rendimiento esperado es el beneficio anticipado por la inversión realizada durante algún periodo de tiempo (p.e. un año); es decir, el rendimiento ex ante previsto en un activo. Por otra parte, el rendimiento realizado es el beneficio obtenido realmente por la inversión durante algún periodo de tiempo; esto es, el rendimiento ex post generado por la inversión.
Quien realiza una inversión –sea un individuo o una empresa– desearía que su rendimiento resultara tan alto como fuera posible, sin embargo el principal obstáculo para esto es el riesgo. El riesgo se podría definir como la diferencia entre el rendimiento esperado y el realizado. Prácticamente todas las inversiones conllevan la posibilidad de que haya una diferencia entre el rendimiento que se presume tendrá el activo y el rendimiento que realmente se obtiene de él. Más aún, esta diferencia puede ser bastante grande en ocasiones. Entre mayor sea la posibilidad de que el rendimiento realizado y el esperado y entre más grande sea esta diferencia, el riesgo de la inversión es mayor.
Aunque se puede afirmar que un inversionista desea maximizar sus rendimientos no es posible afirmar que los desea también minimizar su riesgo. La razón es que la minimización del riesgo implica, necesariamente, disminuir el rendimiento esperado. Esto significa que los inversionistas son aversos al riesgo. En otras palabras, un inversionista está dispuesto a asumir riesgos siempre y cuando considere que el rendimiento que espera de su inversión sea lo suficientemente grande para compensar el riesgo que está asumiendo.
En la Figura 4–1 el punto Rf es la tasa de Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes), puesto que estos instrumentos de inversión no tienen riesgo de incumplimiento, mientras que la pendiente positiva de la recta indica la aversión al riesgo de los inversionistas. Sin embargo, es necesario enfatizar que esta es una relación ex ante, es decir, “antes de los hechos”. En un momento dado, el rendimiento realizado podría ser mayor para un activo con menos riesgo como los Cetes que para un activo con un riesgo mayor como las acciones comunes de las empresas o el abrir una sucursal de un mayorista en un nuevo mercado. Esto es, el rendimiento ex post, o “después de los hechos” podría ser menor para un activo más riesgoso que para un activo menos riesgoso debido, justamente, a la variabilidad de los rendimientos del primero. Debido a esta situación la relación riesgo – rendimiento ex post puede ser negativa.
Es muy importante diferenciar entre dos conceptos relacionados con el rendimiento. Por una parte el rendimiento esperado es el beneficio anticipado por la inversión realizada durante algún periodo de tiempo (p.e. un año); es decir, el rendimiento ex ante previsto en un activo. Por otra parte, el rendimiento realizado es el beneficio obtenido realmente por la inversión durante algún periodo de tiempo; esto es, el rendimiento ex post generado por la inversión.
Riesgo
Quien realiza una inversión –sea un individuo o una empresa– desearía que su rendimiento resultara tan alto como fuera posible, sin embargo el principal obstáculo para esto es el riesgo. El riesgo se podría definir como la diferencia entre el rendimiento esperado y el realizado. Prácticamente todas las inversiones conllevan la posibilidad de que haya una diferencia entre el rendimiento que se presume tendrá el activo y el rendimiento que realmente se obtiene de él. Más aún, esta diferencia puede ser bastante grande en ocasiones. Entre mayor sea la posibilidad de que el rendimiento realizado y el esperado y entre más grande sea esta diferencia, el riesgo de la inversión es mayor.
Aunque se puede afirmar que un inversionista desea maximizar sus rendimientos no es posible afirmar que los desea también minimizar su riesgo. La razón es que la minimización del riesgo implica, necesariamente, disminuir el rendimiento esperado. Esto significa que los inversionistas son aversos al riesgo. En otras palabras, un inversionista está dispuesto a asumir riesgos siempre y cuando considere que el rendimiento que espera de su inversión sea lo suficientemente grande para compensar el riesgo que está asumiendo.
Relación Entre Riesgo y Rendimiento
De las ideas presentadas antes es posible deducir que la relación entre riesgo y rendimiento es positiva: a mayor riesgo, mayor rendimiento esperado. Como muestra la línea recta Rf – B de la Figura 4–1, un inversionista racional asumirá mayor riesgo solamente si espera una compensación por rendimiento adecuada por hacerlo.En la Figura 4–1 el punto Rf es la tasa de Certificados de la Tesorería de la Federación (Cetes), puesto que estos instrumentos de inversión no tienen riesgo de incumplimiento, mientras que la pendiente positiva de la recta indica la aversión al riesgo de los inversionistas. Sin embargo, es necesario enfatizar que esta es una relación ex ante, es decir, “antes de los hechos”. En un momento dado, el rendimiento realizado podría ser mayor para un activo con menos riesgo como los Cetes que para un activo con un riesgo mayor como las acciones comunes de las empresas o el abrir una sucursal de un mayorista en un nuevo mercado. Esto es, el rendimiento ex post, o “después de los hechos” podría ser menor para un activo más riesgoso que para un activo menos riesgoso debido, justamente, a la variabilidad de los rendimientos del primero. Debido a esta situación la relación riesgo – rendimiento ex post puede ser negativa.
Excelente, gracias por su ayuda.
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